Pongamos un sencillo ejemplo.
Acabamos de trabajar y nos dirigimos a nuestro coche, aparcado en una
calle cercana, es de noche y no hay apenas iluminación, esa penumbra nos pone
en aviso, la oscuridad es un escenario que evolutivamente hemos asociado como
indicador de riesgo y peligro, de ahí que apresuremos nuestros pasos para
encontrar el coche. Pero ocurre algo, alguien se nos acerca y nuestra reacción
lógica es empezar a correr para huir.
Mediante esta sencilla escena podemos deducir
muchas de las funciones instaladas en la amígdala: ella es quien nos pone en
aviso de que la oscuridad es un riesgo y de que esa persona que se acerca
también lo es, y más aún, habremos creado un aprendizaje nuevo al deducir
mediante el miedo que al día siguiente, no aparcaremos el coche en esa zona.
Los recuerdos y experiencias con mucha carga
emocional, hacen que nuestras conexiones sinápticas estén asociadas a esta
estructura, provocándonos efectos tales como taquicardias, aumento de la
respiración, liberación de hormonas del estrés… Personas que por ejemplo tienen
la amígdala dañada, serían incapaces de detectar situaciones de riesgo o
peligro.
La amígdala nos ayuda a buscar
una estrategia adecuada después de haber identificado un estímulo negativo,
pero ¿Cómo identificamos que ese estímulo nos puede hacer daño? Por
aprendizaje, por condicionamiento, por esos conceptos básicos que como especie
reconocemos como dañinos.
¿Crees que el aprendizaje de estos depende la enfermedad que padezcan? ¿Por qué?
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